La cantidad de suplementos nutricionales en el mercado, destinados a deportistas y población general, es innumerable y la controversia sobre su idoneidad y eficacia es enorme. En este post me centraré en las vitaminas y minerales. no existe suficiente evidencia científica que apoye el uso de suplementos de vitaminas y minerales en la práctica deportiva”, pues presuponen que las necesidades de dichos nutrientes estarían cubiertas con una dieta adecuada. Admiten que las deficiencias vitamínicas y minerales pueden reducir el rendimiento, pero que no existen pruebas de que su aporte por encima de los requerimientos diarios los mejore. Son menos tajantes con las vitaminas y minerales antioxidantes (α-tocoferol (vit. E), β-caroteno (vit. A), vitamina C, selenio, coenzima Q), y admiten cierta evidencia de sus efectos protectores frente al daño oxidativo y las consecuentes lesiones tisulares (vit E, A y C), así como mejora en el rendimiento cardiaco (coenz. Q). Esta es la postura de la mayoría de los autores clásicos y especialistas en medicina deportiva.
Por otro lado, los defensores de la suplementación, tanto en el deporte, como en población general (como es el caso de la Terapia Ortomolecular), presuponen que una dieta equilibrada a veces es insuficiente para cubrir las necesidades individuales de vitaminas y minerales, pues muchos de esos nutrientes se pierden en el proceso de almacenamiento y cocinado, o incluso afirman que ya en origen, los alimentos que consumimos no son tan ricos en nutrientes como deberían, debido a la producción intensiva y empobrecimiento de las tierras de cultivo. Este tipo de terapias supone siempre la individualización del plan de suplementación, reconociendo las particularidades de cada individuo, por lo que sería difícil extrapolar resultados en grandes grupos de pacientes, pues cada uno requeriría un plan de suplementación específico. También hacen hincapié en la diferencia entre deficiencia e insuficiencia de vitaminas y minerales. La deficiencia sugeriría el nivel necesario para prevenir una enfermedad carencial, y la insuficiencia, el nivel necesario para el funcionamiento óptimo. En esto se amparan para defender sus terapias y la idoneidad e incluso necesidad de suplementación. La base del plan de suplementación siempre es un complejo multinutriente (vitaminas y minerales), ya que los nutrientes trabajan sinérgicamente (en equipo), por lo que tomar uno de ellos de forma individual puede ser inefectivo, e incluso peligroso, pues necesita de otros para su funcionamiento y se pueden producir desequilibrios si no se consumen conjuntamente.
Ahora bien, ¿cuál es mi postura al respecto? Lo primero de todo, tengo que señalar la importancia radical que tiene la dieta como base de una salud óptima . Si nuestra dieta no es la idónea, ya podemos tomarnos la “purga de Benito” (si me permitís la expresión) que no alcanzaremos ese estado óptimo de salud. Lo segundo, es que mi experiencia me dice que es recomendable tomar un suplemento multinutriente (de vitaminas y minerales) de vez en cuando y en determinadas situaciones. Es posible que los efectos en cuanto a la mejoría en el rendimiento no puedan ser medidos (por lo que no estaríamos hablando de ayudas ergogénicas), pero mejora mucho el nivel de energía y bienestar del individuo, ya que se obtienen niveles celulares óptimos de nutrientes, y se compensan muchos procesos bioquímicos del organismo. Digo esto basándome en mi propia experiencia personal(no pretendo en este espacio sentar ningún tipo de cátedra, simplemente dar mi punto de vista según mis vivencias).
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